En
una época donde internet y las redes sociales no existían y, donde la magia de
la televisión se hacía presente, tuve la ocasión de presenciar uno de los hitos
más importantes del deporte nacional: El primer juego sin hits ni carreras de
un lanzador venezolano en las Grandes Ligas.
El
protagonista era Wilson Álvarez, quien hacía su segunda apertura en las
mayores, la primera después de su debut en 1989, cuando con los Rangers de
Texas fue vapuleado por los Azulejos de Toronto con tres carreras – dos de
ellas por medio de cuadrangulares – y salió sin completar la entrada y sin
sacar ningún out.
Álvarez
se estrenaba con los Medias Blancas de Chicago y sería el encargado de abrir el
partido dominical ante los Orioles de Baltimore en el Memorial Stadium, hogar
de los oropéndolas. Álvarez había sido ascendido un día atrás por lo cual el
nerviosismo aún le invadía su cuerpo, queriendo evitar aquella nefasta
actuación. La oportunidad de establecerse estaba latente de acuerdo a los
reportes que se tejían sobre él.
Así
lo hizo saber Gonzalo López Silvero, quien con el desaparecido Mario Duboy
llevaron las incidencias del encuentro a través de la señal de Venevisión aquel
domingo 11 de agosto de 1991. López Silvero señalo que Álvarez en su época de
amateur había lanzado varios juegos sin hits ni carreras y tenía grandes dotes
de ponchador, por lo que invito a los televidentes a disfrutar del joven zuliano
de 21 años que en el país era ficha de las Águilas del Zulia.
Álvarez
inicio el partido con ventaja de cuatro carreras y al propinar su primer ponche
en las mayores (Mike Deveraux), fue drenando la presión y siguiendo las
indicaciones que el receptor Ron Karkovice le pedía.
Así
transcurrió el partido con un Álvarez presa del nerviosismo pero que a su vez
retiraba a la peligrosa toletería de Baltimore. Fue en el octavo episodio
cuando el zuliano se percató de lo que estaba sucediendo.
Ron Karkovice fue el encargado de guiar a Wilson Álvarez con la historia |
Chris
Hoiles conecta un batazo que tenía todas las intenciones de convertirse en
extrabases pero una zambullida de Lance Johnson evito que la pelota cayera,
Johnson exclamo y miro a Álvarez, quien a su vez se percato en la pizarra que
estaba lanzado juego sin hits.
La
presión recayó nuevamente en él y deposito su confianza en Karkovice, quien
había guiado al zuliano durante todo el encuentro.
Y
así llegamos al noveno episodio, con un Memorial Stadium que vibraba de
emoción. Tras dos outs, Álvarez da pasaportes consecutivos a Cal Ripken Jr y Dwigth
Evans, para enfrentar a Randy Milligan.
El
zuliano lanza una curva contra el piso que hizo abanicar a Milligan y con ello el
out 27. Álvarez mira al cielo dando las gracias y en segundos recibe el abrazo
de Karkovice y de sus compañeros, una emoción que pude apreciar a través del
fondo musical de Venevisión.
La
prensa nacional estalló de jubiló por la hazaña alcanzada. El diario Meridiano
llamo a Álvarez “El Intocable”, apodo que lo acompaño por los siguientes 13
años en las mayores. El juego sin hits fue la puerta de entrada de Wilson en
las Grandes Ligas y con ello las opciones de tener al primer ganador del premio
Cy Young.
Aunque
Álvarez no logró el cometido, fue el primer lanzador en conseguir 15 victorias
(1993), el primero en lanzar en Juego de Estrellas (1994), el primero en llegar
a cien triunfos (2007) y primero en llegar a los mil abanicados (1999).
Wilson
fue el modelo a seguir para las futuras generaciones y siempre fue un
batallador en el terreno de juego, si bien las lesiones comenzaron a mermar su
accionar, Álvarez encontró en el relevo la oportunidad de extender unos años
más su carrera en el mejor béisbol del mundo.
Pasarían
quince años para que otro lanzador venezolano emulara la gesta de Álvarez, fue
Aníbal Sánchez quien lo consiguió con los Marlins de Florida, después de ello,
llegarían los juegos sin hits de Carlos Zambrano, Johan Santana, Félix
Hernández y Henderson Álvarez.
El dato
Después de su estrenó en las mayores, Wilson Álvarez lanzó en la LVBP con las Águilas del Zulia, dejando registro de 8-0 con 1.47 de efectividad y 64 abanicados, números que no sólo le permitieron ganar la Triple Corona de Pitcheo sino el Lanzador del Año.
@beisboladentro
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