Aún recuerdo como si fuese ayer
mi entrevista con Pompeyo Davalillo.
Trabajaba en el diario El
Regional del Zulia y comenzaba a dar mis pinceladas en el periodismo deportivo
de la mano de Erinson Piñeiro, coordinador de deportes en ese entonces.
Era el año 1999, Davalillo era
homenajeado por la Cámara Municipal de Santa Rita, por su dilatada carrera como
pelotero.
Una de sus primeras
declaraciones fue “El béisbol es una parte importante de mi vida”. Así fue,
Davalillo amo y vivió de este deporte que lo convirtió en un jugador de mucha
valía para los Leones del Caracas, conjunto con el que participó durante 13
campañas, obteniendo el Novato del Año en la temporada 1952-53.
Yo-Yo, como fue conocido
durante su época de jugador, nació en Cabimas el 30 de junio de 1931,
convirtiéndose en el primer zuliano en llegar a las Grandes Ligas y el cuarto
nativo en arribar al big show. Debutó el primero de agosto de 1953 con los
Senadores de Washington, con quien solamente participó en 19 cotejos para dejar
promedio de 293.
Una lesión en su pierna lo
aparto como pelotero activo, pero no amínalo su deseo de seguir vinculado a
este deporte.
Entre los registros que dejó
Yo-Yo en las mayores se destaca el robo al plato en las mayores ante los Indios
de Cleveland, siendo el primer nativo en realizar tal proeza.
Inicio su peregrinar como
técnico siendo de mucha valía para la formación de nuevos valores en el
Caracas, entre los que se destaca su hermano menor Víctor Davalillo, quien llegó
a convertirse en el mejor bateador de nuestro país.
Como mánager llegaría su
consagración.
Pompeyo supo meterse en el
bolsillo a la afición y a los medios, el carismático estratega fue para muchos
un maestro del béisbol, no había jugada que no trajera consigo una reclamación
o una expulsión. Con las Águilas del Zulia alcanzó sus dos primeras coronas
91-92 y 92-93, siendo el punto más alto en su carrera de técnico.
Pero así como Davalillo dio
muchas alegrías a la afición zuliana, su ciclo se cerró abruptamente en el
elenco rapaz iniciando su periplo por Leones del Caracas con quien llegó a la
dirección tras la renuncia de Phil Reagan, quien fue nombrado mánager de los
Orioles de Baltimore.
Esa campaña 94-95, Pompeyo
enfrento a su ex equipo en una final que se fue a siete cotejos y de la mano de
Omar Vizquel, Caracas consigue el campeonato.
Fue una venganza consumada como
muchos aseguraron.
Davalillo siguió su periplo por
Caribes de Oriente (hoy de Anzoátegui) y retorna a las Águilas ya como miembro
del cuerpo de técnicos.
Su retiro no lo mantuvo
alejado, siguió enseñando béisbol a nivel juvenil y retomo la dirección con el
equipo de la UCV.
Su último cargo fue como
director del Instituto Municipal de Deportes de Cabimas (IMDEC), en el año
2005.
Hoy, su entrega y pasión por el
béisbol continua vigente, sus hijos Marco y David Davalillo han tenido una fructífera
carrera en los diamantes. El primero obteniendo en dos ocasiones el Mánager del
Año y el segundo coach de banca con los Leones del Caracas, equipo que le
brindó una ocasión para dirigir.
Se va Pompeyo, pero su legado
perdura…
@beisboladentro
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