El presente artículo hace una remembranza de la carrera de Luis Aparicio en Venezuela, carrera que muy pocos conocen
El 18 de noviembre representa
para el estado Zulia la veneración de su santa patrona, la Virgen de
Chiquinquirá o Chinita, como es conocida en toda Venezuela.
Fue un 18 de noviembre de 1953
cuando se dio uno de los momentos más mágicos del béisbol zuliano, el viejo
Luis, conocido como “El Grande de Maracaibo”, se retiraba de la pelota como
jugador y le entrega a su hijo Luis Ernesto su guante, convirtiendo ese momento
en una de las leyendas más comentadas a través de los años.
Aunque el acto estaba pautado
para el 17, la lluvia impidió que se realizará el partido, quizás la Chinita
deseaba bendecir ese momento en su día.
Y vaya bendición consiguió el
junior.
El encuentro se efectuó en el
recordado estadio Olímpico de Maracaibo, Gavilanes el equipo del Grande,
enfrentaba a su acérrimo rival Pastora. Una concurrencia numerosa llenó el
parque de pelota y admiraron la escena; los rostros de los presentes dibujaban
sentimientos encontrados, Aparicio Ortega era considerado como la estrella del
béisbol zuliano, mientras su vástago estaba comenzando a dar destellos de
emular las hazañas de su progenitor.
El resultado es bien conocido
por todos, durante 13 campañas, Aparicio defendió los colores de Gavilanes, Leones
del Caracas, Tiburones de La Guaira, Águilas del Zulia y Cardenales de Lara en
nuestro país; mientras que en las Grandes Ligas jugó para los Medias Blancas de
Chicago, Orioles de Baltimore y Medias Rojas de Boston, durante 18 temporadas,
donde ganó varios reconocimientos que le valieron una vez retirado la
exaltación al Salón de la Fama en 1984.
De
Novato del Año a la inmortalidad
Aparicio se consagró como el
mejor debutante en la LVBP en la campaña 1953-54, apenas tenía 19 años y el
futuro lucía prometedor. Su estadía con Gavilanes duró una sola temporada, ya
que sería adquirido por los Leones del Caracas para actuar en el siguiente
torneo.
Aunque jugó una campaña con el
Caracas, Aparicio se ausentó de nuestro torneo durante nueve temporadas. Al
retornar con los Tiburones de La Guaira en la campaña 1963-64, el pequeño Luis,
como era apodado ya tenía etiqueta de grandeliga y contaba en su haber con un
Novato del Año y siete temporadas consecutivas liderando el renglón de bases
robadas.
Tenía 29 años y La Guaira tuvo
el privilegio de tener en su roster a una de las máximas estrellas del béisbol
en ese entonces. Aparicio se mantuvo con los escualos durante seis torneos,
donde bateó para 299 con seis vuelacercas, 93 remolcadas, 24 bases robadas y
124 anotadas en 214 compromisos.
Fue artífice de los dos
primeros campeonatos de La Guaira en la LVBP en los torneos 1964-65 y 1965-66.
Luego sería traspasado a las
Águilas del Zulia en la campaña 1969-70, donde fue dirigido por su padre Luis
Aparicio Ortega, quien sería cesanteado de su cargo y éste tomaría el mando del
equipo como mánager-jugador.
Como miembro de las Águilas
estuvo en dos certámenes, para luego pasar a los Cardenales de Lara, equipo que
lo tuvo en sus filas durante tres campeonatos, hasta retirarse de los diamantes
en la temporada 1974-75.
Tenía 40 años y un año atrás
había dejado de actuar en el mejor béisbol del mundo.
Por supuesto su leyenda ya era
ampliamente conocida por todos.
Su carrera en las mayores le
había premiado con el Novato del Año en 1953, 13 convocatorias al Juego de
Estrellas, campeón de la Serie Mundial de 1966, nueve Guantes de Oro, líder en
bases robadas durante 9 temporadas consecutivas, siendo además al momento de su
retiro líder de por vida en juegos jugados, asistencias y dobleplays para un
jugador del campocorto.
Todos estos reconocimientos le
valieron ser exaltado al Salón de la Fama en su sexto intento, logrando la
mayor cantidad de votos en 1984 con 341 votos para un 84,62%, por encima de
Harmon Killebrew y Don Drysdale.
En Venezuela, Aparicio
desarrollo una carrera como mánager con Zulia, Lara, Caracas, La Guaira,
Magallanes y Cabimas, aunque sin mucha fortuna. Además de desempeñarse como
comentarista de Radio Caracas Televisión.
Aún con condiciones intactas,
Aparicio decidió retirarse en grande y evitar tener una carrera de suplente.
Siempre mantuvo firme las palabras de su padre: “Nunca seas segundo de nadie,
sino el número uno”.
Número que lo coloca
actualmente como el referente de los peloteros venezolanos que hoy han jugado
no sólo en Venezuela, sino en el béisbol de los Estados Unidos.
@beisboladentro
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