sábado, 17 de noviembre de 2012

Marlins de Miami: Inversión fallida


Antes de iniciar la temporada 2012, la gerencia aseguró que con un nuevo estadio la fanaticada iría a apoyar a un club competitivo

Esta semana los Marlins de Miami volvieron a demostrar que no son un equipo a largo plazo. En menos de un año, cuando asombraron al béisbol con sendos contratos a jugadores estrellas para inaugurar su nuevo estadio, muchos pensaron que la ciudad latina tendría un digno equipo competitivo.

Las cosas cambiaron drásticamente.

Si bien la cuantiosa inversión no rindió los frutos esperados, Miami se deshizo de buena parte de su plantilla durante la temporada regular, fue así como Hanley Ramírez, Randy Choate, Aníbal Sánchez, Omar Infante y Gaby Sánchez partían hacia otros conjuntos por material joven, nuevamente la palabra reconstrucción sonaba en la oficina de Larry Beinfest y David Samson.
Jeffey Loria y su grupo se portaron como unos “nuevos ricos” en las Grandes Ligas, quisieron demostrar que tenían los recursos para armar un equipo ganador y jamás fue así. El golpe a la afición se completo cuando decidieron remover lo poco que quedaba de su roster actual en un megacambio, que presenta a Miami con un rostro distinto al que se le pinto a su afición esta temporada.

José Reyes, Mark Buehrle, Emilio Bonifacio, Josh Johnson y Jon Buck fueron traspasados a los Azulejos de Toronto a cambio de Yunel Escobar, Adeiny Hechaverría, Henderson Álvarez y otros novatos por confirmar.

El cambio que aún no cuenta con la aprobación de la oficina del Comisionado de béisbol, ha retumbado en las mayores.
Cuando la gerencia trajo a Oswaldo Guillén, aseguraron
que los éxitos llegarían inmediatamente. Duró un año
la promesa, Guillén fue despedido al finalizar la temporada

Algunos ejecutivos predicen que habrá un montón de sentimientos de ira expresados en las reuniones de los propietarios acerca de la cantidad de dólares de ingresos compartidos otorgada a los Marlins de Miami a través de los años. Habrán muchas opiniones expuestas allí sobre la imprudencia con la cual los Marlins ejecutaron sus planes, independientemente de sus motivos verdaderos –ya sea trate de apropiarse dinero en efectivo por completo, o simplemente acomodar al club para una futura venta-, lo cierto es que Miami no es el equipo que en el papel desee invertir para ganar.

Y eso que cuentan con dos títulos de Serie Mundial.

Dos títulos que al año siguiente presentaron un desmantelamiento en su roster.

Este movimiento de la gerencia de los peces pudiera traer consecuencias graves en un futuro. Es clara la brecha que existe entre los grandes clubes y aquellos que se han encargado en los últimos años de formar talento para luego desprenderse de ellos; pero las aspiraciones de Loria y su grupo demuestran que las perdidas dentro de un equipo son cuantiosas y difíciles de recuperar.

Ni hablar del daño psicológico que puede causar en una afición.

Hace menos de un año, todo el mundo observó como en el salón del Hilton Anatole de la ciudad de Dallas, los “nuevos” Marlins presentaban a José Reyes y a Heath Bell, como sus dos nuevas firmas.

Además habían recién adquirido los servicios de Mark Buehrle, recomendado por el promocionado mánager, Oswaldo Guillén y, estuvieron a punto de concretar un acuerdo millonario con Albert Pujols.
José Reyes llegó con un contrato de siete temporadas y
solo completó uno con el equipo miamense. Ahora estará
con los Azulejos de Toronto en la Liga Americana

Todo esto indicaba que el nuevo club iniciaría una prometedora campaña con el fin de destronar el reinado de los Filis de Filadelfia.

Ahora, a poco más de once meses de aquellas reuniones invernales de 2011, Miami luce desolado, el pesimismo vuelve a una afición y a una gerencia que se las ingeniará para competir nuevamente.

Recordemos que tampoco estarán en el club, el polémico Oswaldo Guillén y Heath Bell. Asimismo, es posible que Carlos Zambrano y Carlos Lee también sean traspasados en cualquier momento.

Este club es igual al de las campañas 1997 y 2002, quizás si o quizás no. Lo cierto es que en ambos años fueron campeones en parte por las estrellas que adquirieron.

Mucha espuma y poco chocolate es lo que presenta la gerencia de los peces.

Razón tenía Oswaldo Guillén antes de saber su despido.

“La culpa de la mala arrancada del club viene desde la gerencia hasta el recoge bate”.

Con un estadio que se pagó con fondos públicos en un 70% y con pérdidas cuantiosas está temporada, Loria, Beinfest y Samson desbarataron todo, será posible que esta franquicia reciba el apoyo que merece.

Probaron las mieles de un paisaje que dibujaron, pero se dieron cuenta que no podían sostenerlo, la medida fue drástica para todos.

Es posible que Selig apruebe la venta, al final el dinero es lo que mueve al béisbol.

@beisboladentro

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